domingo, 21 de marzo de 2010

La oración interior

“La oración interior es la principal; constituye la esencia de la oración, pues Dios escucha, no la voz, sino el corazón, según san Cipriano. En efecto, en el corazón entendido en sentido bíblico, que reúne la atención del Espíritu y el impulso de la voluntad, es donde se entabla el diálogo de la oración con el Padre en lo secreto donde mana la fuente de la vida espiritual.
… Como ocurre con cualquier otra virtud, la oración se aprende a la manera de un oficio, mediante un largo y paciente ejercicio, a través de un esfuerzo incesantemente recomenzando para garantizar la calidad y el progreso. Sin embargo, la línea de crecimiento de la oración no se sitúa en la obra exterior, sino a nivel del corazón, en lo hondo del alma. La eficacia y el éxito no dependen aquí sólo de nuestra pena y de nuestra habilidad, sino sobre todo de nuestra docilidad al Espíritu Santo, que es el maestro de la oración y asegura su fecundidad.”

Pinchares, Servais. La Vida Espiritual. España, EDICEP, s.f., p. 206.

martes, 9 de marzo de 2010

Rezo de la Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos Señor, Dios Nuestro. En el Nombre del Padre del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.


ACTO DE CONTRICIÓN

Haz de saber, ¡OH alma mía! Que tu Divino Jesús encendido en divino llamas y abrasado con el fuego de tu caridad voluntariamente se entregó a padecer por tu amor a sus crueles enemigos. Estos le prendieron de noche como a un ladrón facineroso, y dándole golpes y empeñotes le derribaron en tierra, y lo arrastraron y acosaron y pusieron debajo de sus pies, y allí en el suelo, estando el Señor boca abajo, le ataron las manos atrás y apretaron tan fuertemente los lazos corredizos que desollándole las muñecas, empezó a correr la sangre. Echaron al cuello una cadena tan gruesa y tan pesada que le impedía la respiración, y así preso y maniatado le llevaron con rabiosa furia y gritería de tribunal en tribunal. En casa de Anás levantó un sayón la mano que tenía armada con guante de hierro, y dio terrible golpe y tan recia bofetada en el venerable rostro de Jesús que, derribándole en tierra le hizo brotar la sangre por las mejillas, los ojos, las nariz, boca y oídos. Caifás lo trata de blasfemo, y escupiéndole allí su hermosa cara, le tiran unos de su venerable barba y otros arrancan sus cabellos, dándole pescozones y bofetadas todos le condenan y tienen por digno de muerte, luego que amaneció el viernes, se lo llevaron a Pilatos y éste le tuvo por inocente; y no hallando en el Señor culpa ni causa de muerte se lo remitió a Herodes. Aquí en este tribunal lo tratan y visten de loco y con burlas y risotadas se lo vuelven a Pilatos. Viendo éste que Jesús es tenido por la chusma por peor que Barrabás lo mandó azotar; y como a vil y miserable esclavo desnudo y atado de pies y manos a una columna, le dieron millares de azotes, ya con garfios, con que abriéndole la carne se la arrancaron a pedazos, hasta llegar a ver los huesos y las costillas descarnadas y habiendo cortado los cordeles cayó tu Señor en el lago de su sangre, sin aliento y casi sin vida. Allí en sus llagadas carnes ¡OH qué dolor! le dieron de puntapié, y repiten más y más azotes. Después obtenida la licencia para coronarle por Rey de burlas le ponen sobre los hombros llagados un pedazo de manta colorada, desecho y lleno de basura. Sentándole en una mala silleta, y con fiesta e irrisiones le pusieron la corona apretándole reciamente con unos pulos de modo que entraban las agudas espinas, unas hasta llegar a los huesos, otras rompiendo la carne salían por la frente y entrecejos; y dice Santa Brígida, que quedó toda la cabeza como ni hubieran metido en una tina de sangre, pusiéronle por centro una caña en mano, doblando una rodilla delante del Señor le decían con vilipendios y oprobios: “Dios te salve Rey de los Judíos”, le escupían a la cara, otros le daban de puntillones, otros se quitaban los zapatos y le daban con la suela en la boca y en su Divino Rostro y otros quitándole la caña le daban con ella sobre la corona, con que le apretaban más y más clavándole las espinas, y fue tanto el dolor que el Señor sintió en ese martirio que empezó a llorar y a derramar lágrimas no de agua sino de sangre. Al mirarle en el balcón vestido de burlesco Rey con las manos atadas, hecho una viva llaga todo su cuerpo y goteando sangre de la corona, y tan desfigurado que no parecía hombre, en vez de compadecerse de Jesús, es tan aborrecido, que sin poderle ver, piden todos a voces: “que muera”, “que muera crucificado”; por lo cual Pilatos lo sentenció a muerte de Cruz y dándose prisa aquella vil canallada desnudan al Señor y le ponen su propia vestidura y cargándole el pesado madero lo llevan por las calles públicas de Jerusalén, llamando la atención las trompetas para oír el clamor de los falsos pregones que lo publican traidor, falsario y blasfemo.

Míralo ya caminar con las rodillas temblando, el cuerpo inclinado con el peso de la Cruz, la cabeza y la frente claveteada con agudas y penetrantes espinas, desgreñado y lleno de sangre y cabello y por partes arrancado, con una soga a la garganta tirando de ella un sayón fiero; los pies descalzos y llagados, y con el rostro de la sangre que deja, va diciendo por donde va.

¡Mira alma mía cual va caminando el más hermoso de los nacidos!, mírale a la cara y verás lo que te quiere; mírale por tu amor afeado, renegrido, pinchado, lleno de sangre, de polvo y asquerosa salivas; mírale abofeteado y sembrado de sangrientos cardenales, mira su cuello con el collar del áspero y nuevo espanto, que entrándosele por la carne ya se detiene en el hueso! ¡Mira cómo cae con la Cruz dando contra las piedras; se baña la boca de sangre; se clavan más las espinas de la corona y se renuevan todas su llagas míralo caído y arrastrado por el suelo en presencia de su pobrecita Madre; y que en lugar de darle la mano le dan crueles puntillones tratándolo de embustero. Medio arrastrado y casi muerto llegó al calvario y desnudándole con rabiosa furia sale la carne pegada a la túnica y queda el Señor desnudo y avergonzado a la vista del pueblo y su santísimo cuerpo desollado y todo manchado de sangre.

¡Oh alma mía! Mira cual está en el monte de los amantes, el más amado y Divino Jesús. ¡Mira cuanto le cuesta quererte y que lleno está de sangre por amarte, y ahora con sentimiento de corazón, mira como recuesta las espaldas llegadas y desgarradas con azotes sobre un madero tosco y sin labrar; con cuanto amor extiende el brazo derecho y poniendo un sayón fiero la punta de un clavo en la mano descarga tan recias martilladas que hacen estremecer y temblar al Creador del Universo; y atando unos cordeles a la siniestra y haciendo hincapié en el costado en el costado del Señor tiran hasta que descoyuntándole llega la mano al barreno y la clavan con repetidos golpes, lo que a un mismo tiempo lastima el corazón de su pobrecita Madre; lo mismo hicieron al clavar los pies barrenándolos primero, como dice San Buenaventura y para remacharles los clavos, vuelcan la Cruz, quedando su majestad boca abajo entre el pesado madero y la tierra llena de piedras, huesos y espinas. Levantando en alto dejan caer el pie de la Cruz en el hoyo de un peñasco, y abriéndosele las carnes con el golpe, corren ya de nuevo fuentes de sangre. Míralo bien una muchas veces más, alma mía, míralo desencajado sus huesos, abiertas sus carnes, llagado y destrozado todo su cuerpo.

Míralo otra vez, y no hallarás otra cosa que clavos, cruz, llagas, sangre y espinas. Mira a su amado y querido Jesús Nazareno hecho un retablo de dolores, sediento, blasfemado, escarnecido y en medio de ladrones como si fuera Capitán de ellos.

Vuélvele a mirar alma mía, y verás un cuerpo colgado de tres clavos con mil cuatrocientas sesenta y cinco heridas sin las mil de la cabeza; su rostro bello y hermoso denegrido y afeado con señales de muerte; sus ojos cubiertos de sangrientas lágrimas; las mejías hundidas, la boca abierta y acicarrada con hiel y vinagre; la lengua ensangrentada, los oídos atormentados con blasfemias; la garganta lastimada con la soga; su corazón partido de dolor y cubierto de angustia y agonía mortales; de Dios Padre desamparado y cercado por sayones; y cumplida la obra de la redención del mundo, está ya Jesús para morir y sólo falta expirar. El sol se oscurece ya y quedó el mundo en las tinieblas; el velo del tiempo se rompe y las piedras dan unas con otras al dar Jesús la vida por amarte, muriendo crucificado.

HAZ CON PAUSA ESTA ORACIÓN

¡Oh Jesús de mi alma! Y qué caro Señor, os ha costado mi amor! ¡Oh Jesús de mi vida!, si yo de veras os amara y sintiera vuestra pasión, cómo muriera con Vos a golpes de amor! Ablandadme en esta hora este corazón para que se parta de sentimiento. Dad lágrimas a mis ojos para que lloren mis culpas causa de vuestras penas y tormentos.

¡Oh Jesús mío! Quien siempre os hubiera amado y quien nunca os hubiera ofendido! Señor, porqué, tened misericordia de mi y libradme por vuestra sangre, pasión y muerte de la repentina e impenitente muerte para no experimentarla eterna en la cárcel del infierno. En lance tan terrible y tremenda lucha de agonía mortal mirando misericordioso atendedme benigno dándome las luces de vuestro conocimiento, concediéndome las llagas de vuestro amor, y tiempo para recibiros Sacramentado y que muera con la asistencia de vuestra Madre, dando la última respiración de mi vida ante esas amorosas y dulces llagas para eternamente amaros en la gloria.- Amén.

REZARAS EL CREDO Y LA SALVE

¡Oh tú, que acabas de leer esta oración dolorosa y sabes que haz de llegar al terrible lance de la muerte ¿Quieres tenerla buena y dichosa? Pues mira que el Señor Prometió a Santa Gertrudis que miraría benigno en su última hora a quien con devoción lo mire crucificado. Y en otra ocasión le dijo. Cuando veo a los agonizantes que alguna vez se acordaron fielmente de mi pasión, o en memoria de mis penas hicieron alguna obra de meritoria, en el trance de su muerte me muestro a ellos tan amable y benigno que les concedo tal condición que hacen aptos para la salud eterna. Y San Juan Evangelista reveló María Santísima como su Santísimo Hijo concede tres privilegios a los que con frecuencia meditaron en su pasión. El primero, construcción verdadera en sus culpas; el segundo, la asistencia de la misma Señora en su última hora; y el tercero, que su Santísimo Hijo le concedió que impetrase lo que la Señora pidiera para estas almas. Y así te aconsejo que con toda la devoción posible, hicieras todos los días la oración dicha, pasando por la vista de la consideración lo que con tanto amor padeció el Señor por la salud de tu alma. Y si tienes familia hazla juntar todos los viernes del año, arrodillados delante de una imagen de Jesús persignándose y purificadas las conciencias con el acto de contrición, leerás o harás leer dicha oración.

Y para que veas también si así lo haces, lo que interés de riquezas para tu alma, oye lo que dice San Alberto Magno. Una sencilla memoria o consideración en la pasión del Señor vale más que si uno ayunara a pan y agua todos los viernes del año, más que así cada semana se disciplinará hasta derramar sangre, y más que si rezara todos los días el Salterio de David. Es más mérito dice San Agustín, que ir a visitar tierra Santa. Y San Gregorio Magno dice que es señal de predestinación. Dime, si te ruego ¿Querrás perder tanta dicha y riqueza, tantas para la pobrecita de tu alma, excusándote con tener lugar? Despierta, y abre los ojos, verás que no es así. Mira cuánto tiempo pierdes y malgastas te afana, sudas y desvelas por los intereses de la tierra, que haz de dejar; ten presente lo breve de la vida, y que haz de verte en el amago lance de la muerte, agonizando entre terribles angustias, temores y amarguras, y entones te alegrarás de lo que el Señor mirándote amable, benigno y misericordioso, te conceda tal condición, que te haga opto para tu eterna salvación. Entonces te alegrarás de tener la asistencia y compañía de María Santísima, y entonces te alegrarás de haber tomado mi consejo.

Y porque deseo saborees con frecuencia este sabroso y dulce plato de la pasión del Señor, te lo ofrezco con los versos siguientes para que su música despierte tu devoción.

Mi Dios y Redentor
En quien espero y confío.

Por tu Pasión Jesús mío
Abrasadme en vuestro amor.

Escucha con atención
Lo que padeció Jesús
Desde el Huerto hasta la Cruz
En su sagrada pasión;
Lágrimas de contrición
Nos dé a todos el Señor.

Por tu Pasión Jesús mío
Abrasadme en vuestro amor.

Afligido y angustiado
Lo verás en la oración,
Y sintiendo su pasión
Sangre en el Huerto ha sudado
Hasta la tierra ha llegado
Lo copioso del sudor.

Por tu Pasión Jesús mío
Abrasadme en vuestro amor.

En la pasión lo arrastraron
Y los brazos con cordeles,
Echándole brazos crueles,
La sangre le reventó
Como a un hombre malhecho.
Por tu Pasión Jesús mío
Abrasadme en vuestro amor.

A la mejilla inocente
Con mano de hierro armada
Dan tan recia bofetada,
Que hacen en sangre reviente
Mi Dios, pues el alma siente
Ser causa de tal rigor.

Por tu Pasión Jesús mío
Abrasadme en vuestro amor.

¡Oh quien estuviera allí
Dulce amante dueño mío
Y al golpe de aquel judío
Pusiese el rostro por ti!
Toda la culpa está en mí
Y vos pagas Señor.

Por tu Pasión Jesús mío
Abrasadme en vuestro amor.

Con furia y rabia es llevado
De uno en otro tribunal,
Y lo miran tan mal,
Que de loco han tratado:
Y con Barrabás comparado
Dicen que Jesús es peor.

Por tu Pasión Jesús mío
Abrasadme en vuestro amor.

Desnudo está, azotado
Con tan terrible fiereza,
Que desde el pie a la cabeza
Lo verás todo llagado;
¡Oh que caro le ha costado
El querer al pecador!

Por tu Pasión Jesús mío
Abrasadme en vuestro amor.

Con penetrantes espinas
Coronaron tu cabeza
Y aprentánsedola con fuerza
Rompe las sienes divinas;
Abriéndose así las minas
De oro de más valor.

Por tu Pasión Jesús mío
Abrasadme en vuestro amor.

En el balcón asomado
ECCO HOMO dice Pilatos;
Y responde el pueblo ingrato
Que muera crucificado,
Que aún verlo tan llagado
No está saciado el rencor.

Por tu Pasión Jesús mío
Abrasadme en vuestro amor.

Insta el pueblo porfiado
Sobre que Jesús muriera
Oh mi Dios, quien tal creyera
De que fueses sentenciado
A morir crucificado,
Siendo de la vida autor.

Por tu Pasión Jesús mío
Abrasadme en vuestro amor.

Con un pesado madero
Descalzo y todo llagado,
Va de espinas coronado
El mansísimo cordero
También tira de sayón fiero
De la soga con furor.

Por tu Pasión Jesús mío
Abrasadme en vuestro amor.

El cuerpo va inclinado
Las mejillas hermosas
Con salivas asquerosas,
Y el rostro acardenado
Denegrido y afeado
Ya que al verlo es un dolor.

Por tu Pasión Jesús mío
Abrasadme en vuestro amor.

Se oye el falso pregonero
Que al eco de la trompeta
Estando todos alerta,
Dice: que es un embustero
Y que muera el hechicero
En una cruz por traidor.

Por tu Pasión Jesús mío
Abrasadme en vuestro amor.

Ya lo han caído a empellones
Con rigor fiero e Inhumano
Y en vez de darle la mano
Le dieron de puntillones;
Y con golpes e irrisiones
Levantan a tu Señor.

Por tu Pasión Jesús mío
Abrasadme en vuestro amor.

Al encuentro le ha salido
La madre que lo parió
Y entre sayones le vio
Arrastrado y escupido
Su corazón fue partido
Con espada de dolor.

Por tu Pasión Jesús mío
Abrasadme en vuestro amor.

Un Cirineo han hallado
Que ayuda a llevar la cruz
Porque temen que Jesús
Muera y no crucificado,
Por esto se lo han buscado
No por piedad ni por favor.

Por tu Pasión Jesús mío
Abrasadme en vuestro amor.

Lleno de polvo y sudado
La Verónica lo ha visto,
Y limpiando el rostro a Cristo
En el lienzo fue estampado
Bien se lo pagó el cuidado
Porque es muy buen pagado.

Por tu Pasión Jesús mío
Abrasadme en vuestro amor.

Llegó con la Cruz pesada
Al Calvario y con presteza
Le quitaron con fiereza
La vestidura sagrada,
La carne salió pegada
La túnica interior.

Por tu Pasión Jesús mío
Abrasadme en vuestro amor.

Desnudo y arrodillado,
A la vista de su Madre
Se ofrece por ti a Dios Padre
En caridad abrasada,
Hiel y vinagre le han dado
Para tormento mayor.

Por tu Pasión Jesús mío
Abrasadme en vuestro amor.

En la cruz ya recostado
Verás de clavo tirado
La punta de su diestra mano
Y un martillo levantado;
Golpe que da descargado
Que hace temblar al Creador.

Por tu Pasión Jesús mío
Abrasadme en vuestro amor.

A la siniestra le echaron
Lazos con unos cordeles;
Y tirando muy crueles
Los huesos desencajaron
Nuevos golpes resonaron
Al clavarlo con furor.

Por tu Pasión Jesús mío
Abrasadme en vuestro amor.

También las piernas ataron,
Y estando el cuerpo encogido
Tiran tanto que extendiendo
Todo le descoyuntaron;
Los pies se los barrenaron
Para clavar mejor.

Por tu Pasión Jesús mío
Abrasadme en vuestro amor.

Después que así lo clavaron
Como tan mal lo quisieron
Boca abajo lo volvieron
Y clavos remacharon
Las llagas las arrastraron,
Sin piedad y sin temor.

Por tu Pasión Jesús mío
Abrasadme en vuestro amor.

En lo alto está levantado,
Blasfemado por sayones
En medio de dos ladrones
Sediento y desamparado
Su cuerpo está destrozado
Y denegrido el color.

Por tu Pasión Jesús mío
Abrasadme en vuestro amor.

El sol está oscurecido,
La tierra se ve temblando;
El velo se ve rasgado,
Y las piedras hacen ruido,
El mundo está conmovido
Cuando muere el Salvador.

Por tu Pasión Jesús mío
Abrasadme en vuestro amor.

Un atrevido soldado,
Viendo que Jesús ha muerto
Con una lanza le ha abierto
El Santísimo costado;
Agua y sangre ha derramado
Para el bien del pecador.

Por tu Pasión Jesús mío
Abrasadme en vuestro amor.

Haced: Señor Soberano
Que esta llaga de amor
Se abrase en divino ardor
Todo corazón cristiano,
Y todo el género humano
Os confiese Redentor.

Por tu Pasión Jesús mío
Abrasadme en vuestro amor.

Y haced mi Jesús amado
Que mis ojos hechos fuentes
Lloren lágrimas ardientes
De lo mucho que he pecado
Y pues tanto he costado
Y sois liberal dador.

Por tu Pasión Jesús amado
Abrasadme en vuestro amor.

OFRECIMIENTO

Suplícote Padre Eterno que por tu infinita misericordia, y por los méritos de Nuestro Señor Jesucristo sean servido de mirar por feliz estando de la Santa Iglesia y el Prelado que la gobierna; por la paz y sosiego entre los príncipes cristianos; por la extirpación de las herejías; conquista de la Tierra Santa; victoria contra el príncipe de las tinieblas; y conversión de los infieles, herejes y pecadores al gremio de nuestra sagrada Religión. Concédenos, Señor, la intención del Sumo Pontífice, el tesoro de estas indulgencias, el descanso de las ánimas benditas del Purgatorio y la fortaleza a los cautivos cristianos, y a nosotros perseverancia en vuestro santo servicio, hasta el fin de la vida. Amén.

NUEVE PROVECHO

Ludovico Blosio (Cap. 23 y 25) en los dichos de los Padres refiere: que el Señor dijo a un siervo suyo estas palabras:

No hay cosa que más agrade, que ver a alguno pensar de mi pasión con devoción y humildad. Y aquellos que se ocuparen en leerla o meditarla, sacarán nueve provechos.

El primero, es que se limpiarán de todos sus pecados, por merecimientos, se suplirán y repararán todos sus devotos.

El segundo, que cobrarán tanto ánimo para resistir a los enemigos que no podrán triunfar ellos; porque aunque por su flaqueza caigan alguna vez, pongo yo mi mano derecha debajo, para que se lastimen y condenen.

El tercero, que cobrarán nuevas fuerzas para hacer cualquier obra buena y ejercitarse en diferentes virtudes.

Cuarto, que aunque con un pensamiento muy breve considere mi Pasión, serán sus almas renovadas en mi gracia.

El quinto, que de muy buena gana moro yo en el alma que con devoción se acuerde de mi Pasión.

El sexto, que los secretos de mi Padre me mostró a mí se los mostraré yo a ellos.

El séptimo, que haré yo antes de su muerte me agraden y después de ella los premiaré como mis queridos amigos.
El octavo, que ninguna cosa que pida razonable y decente les negaré.

El noveno, que en su muerte hallará presente contra sus enemigos, y los haré ciertos y seguros de la vida eterna.

El mismo Blosio (Joyo Espl. Cap. I) dice: que él reveló la Señora Santa Gertrudis, que cualquier persona podría tomar ánimo y respirar con la esperanza del perdón (aunque sea malísimo) ofendiendo a Dios Padre, la pasión y muerte de su Hijo, y que tenga por cierto el pecador, que por este medio alcanzará el fruto del perdón saludable, porque no se puede hallar en la tierra otro medio más eficaz contra los pecados que la memoria de la pasión del Señor. ¿Puede haber mayor ganancia, cristiano, ni otra cosa que desear?

A la Santa Brígida le manifestó María Santísima (Libro 2, Capítulo 27) que le agradaba mucho la procesión del Calvario por las palabras: “Hija mía, no hay cosa que mas me agrade que mis devotos, que en meditar y hacer la estación de la Vía Sacra”. Y desde entonces fue la Santa muy frecuente en esta devoción del Vía Crucis, y que en ella recibió del Señor grandes merecimientos.

LAUD DEUS

INDULGENCIAS

El Ilustrísimo y Reverendísimo Señor Obispo de la Diócesis de León, Nicaragua Doctor Don Manuel Ulloa y Calvo (R.I.P.) concedió cuarenta días de indulgencia a todos los que rezaren devotamente el Credo y la Salve que en el indican, esta es, por cada una de estas oraciones.