sábado, 11 de mayo de 2013

Oración a San Benito

Santísimo Confesor del Señor, Padre y Jefe de los monjes, intercede por nuestra salud.
Destierra de esta casa las asechanzas del maligno espíritu y líbranos de todos los males.
Pídele al Señor que remidie nuestras necesidades, tanto espirituales como corporales.
Pide también por el progreso de la Santa Iglesia Católica y porque mi alma no muera en pecado mortal, para que asi, confiando en tu poderosa intercesición, pueda algún día en el Cielo cantar las eternas alabazas.
Amén, Jesús, María y José.

sábado, 8 de diciembre de 2012

Para la confensión


Oh Dios, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme.
Salmo 50
I. Dice el Señor: “Amarás a tu Dios con todo el corazón”
1. ¿Tiende mi corazón a Dios de manera que en verdad lo ame sobre todas las cosas en el cumplimiento fiel de sus mandamientos, como ama un hijo a su padre, o, por el contrario, vivo obsesionado por las cosas temporales? ¿Obro en mis cosas con recta intención?
2. ¿Es firme mi fe en Dios, que nos habló por medio de su Hijo? ¿Me adhiero firmemente a la doctrina de la Iglesia? ¿Tengo interés en mi instrucción cristiana escuchando la Palabra de Dios, participando en la catequesis, evitando cuanto pudiera dañar mi fe? ¿He profesado siempre, con vigor y sin temores mi fe en Dios? ¿He manifestado mi condición de cristiano en la vida pública y privada?
3. ¿He rezado mañana y noche? ¿Mi oración es una auténtica conversación –de mente y corazón- con Dios o un puro rito exterior? ¿He ofrecido a Dios mis trabajos, dolores y gozos? ¿Recurro a él en mis tentaciones?
4. ¿Tengo reverencia y amor hacia el nombre de Dios o le ofendo con blasfemia, falsos juramentos o usando su nombre en vano? ¿Me he dirigido irreverentemente a la Virgen María y los santos?
5. ¿Guardo los domingos y días de fiesta de la Iglesia participando activa, atenta y piadosamente en la celebración litúrgica, y especialmente en la Misa? ¿He cumplido el precepto de la confesión y de la comunión pascual?
6. ¿Tengo, quizá, otros “dioses”, es decir: cosas por las que me preocupo y en las que confío más que en Dios, como son las riquezas, las supersticiones, el espiritismo o cualquier forma de inútil magia?
II. Dice el Señor: “Amaos los unos a los otros como yo os he amado”
1. ¿Tengo auténtico amor a mi prójimo o abuso de mis hermanos utilizándolos para mis fines o comportándome con ellos como no quisiera que se comportasen conmigo? ¿Los he escandalizado gravemente con palabras o con acciones?
2. ¿He contribuido, en el seno de mi familia, al bien y a la alegría de los demás con mi paciencia y verdadero amor? ¿Han sido los hijos obedientes a sus padres, prestándoles respeto y ayuda en sus necesidades espirituales y temporales? ¿Se preocupan los padres por educar cristianamente a sus hijos, ayudándoles con el ejemplo y con la paterna autoridad? ¿Son los cónyuges fieles entre sí en el corazón y en la vida?
3. ¿Comparto mis bienes con quienes son más pobres que yo? ¿Defiendo en lo que puedo a los oprimidos, ayudo a los que viven en la miseria, estoy junto a los débiles o, por el contrario, he despreciado a mis prójimos, sobre todos a los pobres, débiles, ancianos, extranjeros y hombres de otras razas?
4. ¿Realizo en mi vida la misión que acepté en mi Confirmación? ¿Participo en las obras de apostolado y caridad de la Iglesia y en la vida de mi parroquia? ¿He tratado de remediar las necesidades de la Iglesia y del mundo? ¿He orado por ellas, especialmente por la unidad de la Iglesia, la evangelización de los pueblos, la realización de la paz y la justicia?
5. ¿Me preocupo por el bien y la prosperidad de la comunidad humana en la que vivo o me paso la vida preocupado tan sólo de mí mismo? ¿Participo, según mis posibilidades, en la promoción de la justicia, la honestidad de las costumbres, la concordia y la caridad en este mundo? ¿He cumplido con mis deberes cívicos? ¿He pagado mis tributos?
6. ¿En mi trabajo o empleo soy justo, laborioso, honesto, prestando con amor mi servicio a la sociedad? ¿He dado a mis obreros o sirvientes el salario justo? ¿He cumplido mis promesas y contratos?
7. ¿He prestado a las legítimas autoridades la obediencia y respeto debidos?
8. Si tengo algún cargo o ejerzo alguna autoridad ¿los uso para mi utilidad personal o para el bien de los demás, en espíritu de servicio?
9. ¿He mantenido la verdad y la fidelidad o he perjudicado a alguien con palabras falsas, con calumnias, mentiras o violación de algún secreto?
10. ¿He producido algún daño a la vida, la integridad física, la fama, el honor o los bienes de otros? ¿He procurado o inducido al aborto? ¿He odiado a alguien? ¿Me siento separado de alguien por riñas, injurias, ofensas o enemistades? ¿He rehusado por egoísmo, presentarme como testigo de la inocencia de alguien?
11. ¿He robado o deseado injusta o desordenadamente cosas de otros o les he causado algún daño? ¿He restituido lo robado y he reparado el daño?
12. Si alguien me ha injuriado ¿me he mostrado dispuesto a la paz y a conceder, por el amor de Cristo, el perdón, o mantengo deseos de odio y venganza?
III. Cristo, el Señor dice: “Sed perfectos como vuestro Padre es perfecto”
1. ¿Cuál es la dirección fundamental de mi vida? ¿Me anima la esperanza de la vida eterna? ¿Me esfuerzo en avanzar en la vida espiritual por medio de la oración, la lectura y meditación de la Palabra de Dios, la participación en los sacramentos y la mortificación? ¿Estoy esforzándome en superar mis vicios, mis inclinaciones y pasiones malas, como la envidia o la gula en comidas y bebidas? ¿Me he levantado contra Dios, por soberbios o jactancia, o he despreciado a los demás sobrestimándome a mí mismo? ¿He impuesto mi voluntad a los demás en contra de su libertad y sus derechos?
2. ¿Qué uso he hecho de mi tiempo, de mis fuerzas, de los dones que Dios me dio? ¿Los he usado en superarme y perfeccionarme a mí mismo? ¿He vivido ocioso y he sido perezoso?
3. ¿He soportado con serenidad y paciencia los dolores y contrariedades de vida? ¿He mortificado mi cuerpo para ayudar a completar “lo que falta a la Pasión de Cristo”? ¿He observado la ley del ayuno y la abstinencia?
4. ¿He mantenido mis sentidos y todo mi cuerpo en la pureza y la castidad como templo que es del Espíritu Santo, llamado a resucitar en la gloria y como signo del amor que el Dios fiel profesa a los hombres, signo que adquiere toda su luz en el matrimonio? ¿He manchado mi carne con la fornicación, con la impureza, con palabras o pensamientos indignos, con torpes acciones o deseos? ¿He condescendido a mis placeres? ¿He mantenido conversaciones, realizado lecturas o asistido a espectáculos y diversiones contrarias a la honestidad humana y cristina? ¿He incitado al pecado a otros con mi falta de decencia? ¿He observado la ley moral en el uso del matrimonio?
5. ¿He actuado alguna vez contra mi conciencia, por temor o por hipocresía?
6. ¿He tratado siempre de actuar dentro de la verdadera libertad de los hijos de Dios, según la ley del Espíritu, o soy siervo de mis pasiones?
Tomado del Ritual Romano de la Penitencia.

EXAMEN PRÁCTICO DE CONCIENCIA

El pecado se esconde en lo más recóndito de nuestro interior y muchas veces nosotros mismos no lo vemos o no lo reconocemos como pecado. Por eso es necesario que, antes de acertarte al sacerdote y pidiendo luz del Espíritu Santo, examines tu conciencia. Te pueden ayudar, como guía, las siguientes reflexiones:

I- El Señor dijo: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma” (Deut. 6, 5)
-¿Qué lugar ocupa Dios en mi vida? ¿Tiende mi corazón a acercarse a Dios como el de un hijo con su Padre? ¿Amo verdaderamente a Dios con todo mi corazón, o más bien, vivo demasiado preocupado por las cosas materiales: trabajo, negocios, dinero, bienestar temporal, etc.?
-¿Es firme mi fe en Dios? ¿Procuro cultivar mi fe y mi formación cristiana, participando en cursos, grupos de vida cristiana, leyendo la Biblia, etc.?
-¿Cuido mi fe? ¿Busco respuestas a mis dudas o me conformo con tener la mentalidad del mundo?
-¿Rezo todos los días y procuro que mis familiares también recen?
-¿Participo en la Misa de los domingos y días festivos, o falto sin motivo justificado? ¿Me alimento de la palabra de Dios y participo en la Eucaristía con frecuencia, siempre que me es posible? ¿He recibido la comunión sacrílegamente, sin estar en gracia de Dios?
-¿Vengo a confesarme con intención de encontrarme de corazón con mi Padre Dios y restablecer con Él una relación de amistad y confianza o es una carga que tenga que soportar, una rutina…? ¿He callado algún pecado grave, voluntariamente, en confesiones anteriores?
-¿En las dificultades, acudo a Dios con fe y perseverancia? ¿Qué ‘dioses’ habitan en mi corazón? ¿Qué ídolos me construyo? ¿Creo en supersticiones?
-¿Blasfemo contra Dios o contra los santos? ¿He jurado en falso? ¿Tengo promesas o votos que no cumplo?
¿Cumplo los mandamientos de la Iglesia? ¿Colaboro económicamente en sus necesidades? ¿Guardo el ayuno y la abstinencia los días que me prescribe?
-¿Colaboro en actividades apostólicas o vivo totalmente despreocupado?
-¿Defiendo mi fe públicamente cuando se ataca a Dios, a la Virgen, a los santos o a la Iglesia?
-¿Consagro a Dios mi trabajo, mi estudio, mi enfermedad, mis preocupaciones…? ¿Me preocupo porque mi vida entera sea toda ella una alabanza a Dios?
¿Cultivo la devoción y el amor filial a la Virgen María?

II- El Señor ha dicho: “Amaos los unos a los otros como Yo os he amado” (Jn 15, 12)
-¿Tengo un auténtico amor al prójimo? ¿Abuso de mis hermanos los hombres usándolos para mis fines, mis egoísmos, mi enriquecimiento? ¿Me porto con ellos como no quisiera que se portaran conmigo?
-¿Soy generoso con mis bienes? ¿Los reparto con los que son más pobres que yo? ¿Ayudo a los necesitados o más bien soy egoísta y avaro? ¿Vivo en actitud de servicio y entrega a los demás o soy un comodón y un caprichoso?
-¿Dedico una parte de mi tiempo a los enfermos, a los marginados, a la catequesis, a las obras de caridad…?
_¿En lo que depende de mí defiendo a los maltratados, ayudo a los humillados, a los extranjeros, etc.?
-¿Vivo con austeridad, sin derrochar?
-¿Cumplo con mis obligaciones de ciudadano?
-¿Soy responsable en mi profesión o en mis estudios, y honrado en mi trabajo?
-¿Respeto los bienes ajenos?
-¿Me he apropiado de algo que no es mío? ¿He restituido o reparado ese robo?
-¿He perjudicado a otros? ¿Les he engañado?
-¿Hago juicios temerarios? ¿Critico? ¿Deseo el mal?, ¿fomento el odio contra alguien?
-¿He hecho daño a otros con burlas, insultos o con agresión física?
-¿Digo de los demás la verdad, o he calumniado, he dicho mentiras, verdades a medias, etc.? ¿He difamado a alguien?
-¿Miento o justifico la mentira?
-¿He declarado algún secreto? ¿He sido portador de “chismes”?
-¿He perdonado a quien me ha injuriado? ¿Me siento separado de alguien por riñas, disputas, peleas? ¿Siento odio o rencor en el corazón?
-¿Trato de olvidar el daño que me han podido hacer?
-¿Pido perdón cuando ofendo a los demás? ¿He sido ocasión de que otros se enemistasen?
-¿Con mi comportamiento y con mis palabras he sido ocasión de escándalo para otros? ¿He enseñado a otros a pecar?
-En el seno de mi familia, ¿colaboro para que exista la paz, el amor, las buenas relaciones? ¿Soy compresivo o más bien discutidor? ¿Tengo paciencia? ¿Me aprovecho de los que me quiere? ¿Contribuyo a la armonía familiar o sólo me preocupo de mí?
-Cómo hijo: ¿soy obediente y respetuoso con mis padres? ¿Les quiero y se lo demuestro con detalles? ¿Me llevo bien con mis hermanos?
-Como padre o madre: ¿me preocupo de la educación y de la formación cristiana de mis hijos? ¿soy demasiado exigente e intolerante o demasiado blando con sus faltas, originando conflictos innecesarios?
-¿Cumplo la palabra que doy, las promesas que hago, la fidelidad que prometo?
-¿Vivo irradiando alegría, optimismo y esperanza, o vivo amargado, protestando o quejándome con frecuencia y dejándome llevar de la tristeza?

III- Jesús dijo: “Sed perfecto como vuestro Padre del Cielo” (Mt. 5, 48)
-¿Me esfuerzo por avanzar en la vida espiritual? ¿Procuro vivir en la presencia de Dios, haciendo lo posible para agradarle, o por el contrario, vivo como si Dios no existiese?
-¿Me esfuerzo en dominar mis defectos, mis vicios y mis inclinaciones y pasiones malas?
-¿Me acerco a Dios para superar todo esto? ¿Acudo al sacramento de la Penitencia, cuando tengo necesidad?
-¿Comulgo con frecuencia, en las debidas condiciones?
-¿Guardo mis sentidos y todo mi cuerpo en la pureza y en la castidad, como templo que soy del Espíritu Santo?
-¿He pecado con palabras o pensamientos impuros o con torpes acciones o deseos?
-¿Caigo, esporádica o de manera habitual en el vicio de la masturbación o de la fornicación? ¿He cometido adulterio?
-¿Provoco escándalo con mis conversaciones, actitudes o manera de vestir? ¿Con mi falta de modestia he inducido a otros al pecado?
-¿Me deleito, viendo películas, programas de TV o de Internet, libros o fotografías pornográficas o contra la moral cristiana?
-¿En la conducción de vehículos, respeto las leyes de tráfico ¿Tomo todas las precauciones para no poner en peligro mi vida ni la de los demás?
-¿Abuso de la comida, o de bebidas alcohólicas? ¿Sufro adicción a alguna droga?
-¿Tomo o contribuyo para que otros tomen drogas perjudiciales para la salud?
-¿He descuidado la higiene o limpieza de mi cuerpo?
-¿He sido soberbio, he impuesto a todo trance mi voluntad contra los derechos de los demás?
-¿Me acepto a mí mismo? ¿Acepto mi situación, mis defectos, mi carácter? ¿Acepto las contrariedades inevitables? ¿Me dejo llevar de pensamientos negativos o de actitudes de desesperación? ¿He pensado o intentado alguna vez quitarme la vida?
-¿Qué uso hago de mi tiempo, de mis fuerzas, de los dones que Dios me ha dado? ¿Los uso para bien?
-¿Vivo en ociosidad, en pereza? ¿Trato de actuar siempre dentro de la libertad de conciencia de los hijos de Dios, o me siento atado por algo, por alguien?
-¿He dejado de hacer algo bueno que tenía que hacer (pecado de omisión)?
-¿Reconozco mis fallos o solamente los de los demás? ¿Soy humilde u orgulloso?

Ejercicios Espirituales. Oraciones del ejercitante. Milicia de Santa María. España, pp. 120 – 124.

lunes, 27 de junio de 2011

UNA ALABANZA DE GLORIA ES...

"Una alabanza de gloria es un alma silenciosa que está como una lira, dócil al toque misterioso del Espíritu Santo, para que arranque de ella armonías divinas. Esta alma sabe que el sufrimiento es una cuerda que produce sonidos aún mucho más melodiosos; por eso quiere tenerla en su instrumento para conmover más deliciosamente el corazón de su Dios."

Lás páginas más bellas de Sor Isabel. España, Monte Carmelo, 2004, p. 249.

domingo, 5 de diciembre de 2010

La muerte mística - Beata Isabel de la Trinidad

“San Pablo decía: “Lo que busco es conocer a Cristo y compartir sus padecimientos y morir su muerte”. Esto se refiere a la muerte mística por la que el alma se anonada y se olvida hasta tal punto de sí misma que llega a morir en Dios para transformarse en El. …, esto exige sufrimiento, porque hay que destruir todo lo que es el yo para que Dios ocupe su lugar.”

Las Páginas Más Bellas de Sor Isabel . España, Monte Carmelo, 2004, p. 235.

El te ama hoy como te amaba ayer y como te amará mañana - Beata Isabel de la Trinidad

"¿Qué importa lo que sintamos? El es el Inmutable, el que nunca cambia. El te ama hoy como te amaba ayer y como te amará mañana. Aunque le des un disgusto, recuerda que un abismo llama a otro abismo y que el abismo de tu miseria, …, atrae al abismo de su misericordia."

Las Páginas Más Bellas de Sor Isabel . España, Monte Carmelo, 2004, pp. 233 y 234.

domingo, 28 de noviembre de 2010

El alma más débil - Beata Sor Isabel de la Trinidad

“Yo pienso que el alma más débil, incluso la más culpable, es la que tiene más motivos para esperar, y que ese acto que hace para olvidarse de sí misma y echarse en brazos de Dios glorifica al Señor y le da más alegría que todos los repliegues sobre sí misma y todos los exámenes de conciencia que la hacen vivir con sus debilidades, cuando en el centro de sí misma tiene un Salvador que quiere purificarla a cada instante.”

Las páginas más bellas de Sor Isabel. España, Monte Carmelo, 2004, p. 195.