Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz.
Porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quién has presentado ante todos los pueblos:
luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
San Lucas 2, 29-32
No hay comentarios:
Publicar un comentario