jueves, 15 de abril de 2010

Desposorios en la Fe

“Catalina [de Siena] tiene ahora unos veinte años y está por llegar el tiempo de su misión pública en la Iglesia. Siente que algo decisivo ha de ocurrir y continúa rezando intensamente con aquella espléndida y dulcísima fórmula que se ha convertido para ella en habitual; pide a su Señor Jesús: << ¡Despósame en la fe ¡ >>
Era la noche de carnaval de 1367: "Durante aquellos días -escribe su primer biógrafo- en que hombres tienen la costumbre de celebrar la miserable fiesta del vientre", mientras los alborotados llenan la ciudad y su misma casa, la joven permanece en su habitación en donde repite absorta su plegaria esponsal .
Se le aparece entonces el Señor que le dice: "Ahora mientras los otros se divierten...he decidido celebrar contigo la fiesta de tu alma".
Repentinamente la Corte del cielo, con los santos que Catalina más ama, se hace presente, como al caer un velo: María la Virgen Madre, toma la mano de la muchacha y la une a la de su divino Hijo. Jesús le pone en el dedo un anillo luminoso (que Catalina verá, sólo ella, durante toda la vida) y le dice: "He aquí, que te desposo conmigo en la fe, conmigo tu Creador y Salvador. Conservarás íntegra esta fe hasta que nos veamos en el cielo para celebrar juntos las bodas eternas".”

Sicari, Antonio María. La Vida Espiritual del Cristiano. España, Edicep, 2003, p. 307-308.

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