miércoles, 23 de septiembre de 2009

Bodas Espirituales

Para las Bodas eternas

Mi Rey, cuando un esposo se ha buscado una esposa pobre, todo tiene que ponerlo él para sus bodas. Pues, acuérdate que yo soy no sólo pobre, sino miserable. De manera que todo, absolutamente todo tienes que dármelo Tú. El vestido de boda, de tu gloria y santidad; los perfumes de tu divina gracia; las joyas y adornos de tus perfecciones, y las riquezas de tus infinitos méritos. Los padrinos serán todas las almas y predilecto de tu divino Corazón (vivas y difuntas); y los invitados todos los Ángeles y santos del Cielo y de la tierra.

La Virgen me preparará y presentará, y de la mano del Padre y rodeada de la luz y esplendor del Espíritu Santo, las celebraremos y entraremos en la Bienaventuranza, donde viviremos en un acto ininterrumpido de amor (como lo deseo pasar ya, desde este mundo, y por los siglos de los siglos). Amén

Beata Sor María Romero Méneses. Escritos Espirituales. 2 ed., Tomo I, Roma, 1990, p.p. 57-58.

Para la unión con Dios se requiere un alma desnuda, desapegada, pura y sencilla. Para juntarse dos extremos, es decir el alma y la sabiduría de Dios, será necesario alguna semejanza entre ellas. Sobre todo, el alma no deberá cubrirse de tinieblas ni de nubes de oscuridad.

San Juan de la Cruz

Por último te digo que hago voto en presencia de la Sma. Trinidad, de la Sma. Virgen, de San José y de los santos y ángeles del Cielo, [de] no tener por Esposo sino a Jesús, único amor de mi alma.

Santa Teresa de los Andes. Obras Completas. España, Monte Carmelo, 1995, p. 109.

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