jueves, 24 de septiembre de 2009

Una boda en Caná de Galilea

Al tercer día hubo una boda en Caná, un pueblo de Galilea. La madre de Jesús estaba allí, y Jesús y sus discipulos fueron también invitados a la boda. Se acabó el vino, y la madre de Jesús le dijo: Ya no tienen vino. Jesús le contestó: Mujer, ¿por qué me dices esto? Mi hora no ha llegado tadavia. Ella dijo a los que estaban siviendo: Hagan todo lo que él les diga. Había allí una seis tinajas de piedra, para el agua que usan los judíos en sus ceremonias de purificación. En cada tinaja cabían de cincuenta a setenta litros de agua. Jesús dijo a los sivientes: Llenen de agua estas tinajas. Las llenaron hasta arriba, y Jesús les dijo: Ahora saquen un poco y llénenselo al engacargado de la fiesta. Así lo hicieron. El encargado de la fiesta probó el agua convertida en vino, sin saber de dónde había salido; sólo los sivientes lo sabían, pues ellos habían sacado el agua. Así que el encargado llamó al novio y le dijo: Todo el mundo sirve primero el mejor vino, y cuando los invitados ya han bebido bastante, entonces se sirve el vino corriente. Pero tú has guardado el mejor vino hasta ahora. Esto que hizo Jesús en Caná de Galilea fue la primera señal milagrosa con la cual mostró su gloria; y sus discípilos creyeron en él. San Juan 2, 1-11

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