miércoles, 28 de octubre de 2009

Exorcismo contra Satanás y los Ángeles Rebeldes

Publicado por orden de Su Santidad León XIII

En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén

Súplica a San Miguel Arcángel

Gloriosísimo príncipe de los ejércitos celestiales, San Miguel Arcángel, defiéndenos en la lucha contra los principados y las potestades, contra los caudillos de este mundo tenebroso, contra los espíritus malignos esparcidos por los aires (cf. Ef. 6, 10-12). Ven en auxilio de los hombres que Dios creó incorruptibles a su imagen y semejanza (Sab. 2, 23), y que fueron rescatados a tan alto precio (cf. 1 Cor 6, 20) de la tiranía del demonio (Sab. 2, 23-24). A ti te venera la Iglesia como su guardián y patrono, a ti confió el Señor las almas redimidas para colocarlas en el sitio de la suprema felicidad. Ruega pues, al Dios de paz, que aplaste al demonio bajo nuestros pies, quitándole todo poder para retener cautivos a los hombres y hacer daño a la Iglesia. Pon nuestras oraciones bajo la mirada del Altísimo, a fin de que descienda cuanto antes sobre nosotros la misericordia del Señor y sujeta al dragón, aquella antigua serpiente que es el Diablo y Satanás, para precipitarlo encadenado a los abismos, de manera que no pueda nunca más seducir a las naciones (cf. Ap. 20,3).

Salmo 67

Levántese Dios y sean dispersados sus enemigos y huyan de su presencia los que le odian.

Como se disipa el humo se disipa el humo se disipen ellos, como se derrite la cera ante el fuego, así perecerán los impíos ante Dios.

EXORCISMO

En el Nombre de Jesucristo, Dios y Señor, mediante la intercesión de la Inmaculada Virgen María, Madre de Dios, de San Miguel Arcángel, de los santos Apóstoles Pedro y Pablo y de todos los santos y apoyados en la autoridad sagrada:

--de nuestro ministerio (para los sacerdotes)

--de la Santa Iglesia (para los laicos)

procedemos con ánimo seguro a rechazar los asaltos que la astucia del Demonio mueve en contra de nosotros.

Los exorcizamos, espíritus de impureza, poderes satánicos, ataques del enemigo infernal, legiones, reuniones secretas diabólicas.

En el Nombre y por virtud de Jesucristo + (+ Cada vez que se encuentre la Señal de la Cruz, debe hacerse sobre el lugar donde se rece el exorcismo), Nuestro Señor, los arrancamos y expulsamos de la Iglesia de Dios, de las almas creadas a la imagen de Dios y rescatadas por la preciosa Sangre del Cordero Divino +.

No te atrevas más, pérfida serpiente, engañar al género humano, ni perseguir la Iglesia de Dios, ni sacudir ni pasar por la zaranda, como el trigo, a los elegidos de Dios.

Te manda Dios Altísimo +, a quien por tu gran soberbia aún pretendes asemejarte y cuya voluntad es que todos los hombres se salven y venga en conocimiento de la Verdad (cf. 1 Tim 11,4).

Te manda Dios Padre +, te manda Dios Hijo +, te manda Dios Espíritu Santo +, te manda Cristo, Verbo Eterno de Dios hecho carne + que para salvar nuestra raza, perdida por tu envidia, se humilló y fue obediente hasta la muerte (cf. Fil. 11-8); que ha edificado su Iglesia sobre firme piedra, prometiendo que las puertas del Infierno no prevalecerán jamás contra ella; y que permanecería con ella todos los días hasta la consumación de los siglos (cf. Mt. 38, 14-15).

Te manda la santa señal de la Cruz + y la virtud de todos los misterios de la fe Cristiana +.

Te manda el poder de la excelsa Madre de Dios, la Virgen María +, que desde el primer instante de su Inmaculada Concepción aplastó tu orgullosa cabeza por virtud de su humildad +.

Te manda la fe de los santos Apóstoles Pedro y Pablo, y la de los demás Apóstoles+. Te manda la sangre de los Mártires y la piadosa intercesión de los santos y santas.

Así, pues, dragón maldito y toda la legión diabólica, los conjuramos, por el Dios + Vivo, por el Dios + verdadero y por el Dios + santo, por el Dios que tanto amó al mundo, que llegó hasta darle su Hijo unigénito, a fin de que todos los que creen en El no perezcan, sino que vivan vida eterna (Cf. Jn.3, 14-15).

Cesa de engañar a las criaturas humanas y deja de darles el veneno de la condenación eterna. Cesa de perjudicar a la Iglesia y de poner trabas a su libertad. Huye de aquí, Satanás, inventor y maestro de todo engaño, enemigo de la salvación de los hombres. Retrocede delante de Cristo, en quien nada has encontrado que se asemeje a tus obras; retrocede ante la Iglesia, una, santa, Católica y Apostólica, que Cristo mismo compró con su Sangre.

Humíllate ante la poderosa mano de Dios, tiembla y desaparece ante la invocación hecha por nosotros del Santo y terrible nombre de Jesús, ante el cual se estremece los infiernos; a quien están sometidas las virtudes de los cielos, las potestades y las dominaciones, que los querubines y serafines alaban sin cesar en sus cánticos diciendo: ¡Santo, Santo, Santo, es el Señor Dios de los Ejércitos! (Cf. Is. 6, 1-3).

V/ Y he aquí la Cruz del Señor, huyan poderes enemigos.

R/ Venció el león de la tribu de Judá, el Hijo de David.

V/ Señor que tu misericordia venga sobre nosotros.

R/ Como lo esperamos de Ti.

V/ El Señor esté con ustedes (si es Sacerdote).

R/ Y con tu espíritu.

ORACIÓN

Dios del Cielo y de la Tierra, Dios de los Ángeles, Dios de los Arcángeles, Dios de los Patriarcas, Dios de los Profetas, Dios de los Apóstoles, Dios de los Mártires, Dios de los Confesores, Dios de las Vírgenes, Dios que tiene el poder de dar la vida después de la muerte, el descanso después del trabajo. Porque no hay otro Dios delante de Ti, ni puede haber otro sino Tú mismo, Creador de todas las cosas visibles e invisibles, cuya Reino no tendrá fin, humildemente suplicamos a la majestad de tu gloria se digne librarnos eficazmente, guardarnos sanos de todo poder, lazo, mentira y maldad de los espíritus, por Cristo nuestro Señor. Amén.

V/ De las asechanzas del demonio.

R/ Líbranos, Señor.

V/ Haz que tu Iglesia te sirva con segura libertad.

R/ Te rogamos, óyenos.

V/ Dígnate humillar a los enemigos de tu Iglesia.

R/ Te rogamos, óyenos.

(Se rocía con agua bendiga el lugar y a los presentes).

Señor, no recuerdes nuestros delitos ni los de nuestros padres, ni tomes venganza de nuestros pecados (cf. Tobías 3,3)

Padre, Nuestro, Ave María, Gloria.

Invocación a San Miguel Arcángel

San Miguel Arcángel, defiéndenos en la lucha; sé nuestro amparo contra la perversidad y asechanza del demonio. Que Dios manifieste sobre él su poder, es nuestra humilde súplica. Y tú, Príncipe de las milicias celestiales, con el poder que Dios te ha conferido arroja al infierno a Satanás y a los demás espíritus malignos que vagan por el mundo para la perdición de las almas. Amén. (Esta invocación se puede hacer después de haber participado de la Eucaristía).

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